PLAZA DEL TRIUNFO
Es el corazón de la ciudad medieval de Córdoba, y encontramos, entre otros muchos, el monumento dedicado al ARCÁNGEL SAN RAFAEL, ángel custodio de la ciudad, la Puerta del Puente, el Puente Romano y muy cerca de la Mezquita.
En la primera foto se ve el Monumento al Arcangel y la fachada exterior de una lateral de la Mezquita.
Puerta del Puente.
Es una de las puertas de la muralla romana, A finales del siglo XVI, durante la etapa cristiana, la Puerta del
Puente sufrió una restructuración casi completa para celebrar la llegada a Córdoba del rey Felipe II (es la actual). Era la puerta principal para entrar en la ciudad ya que estaba muy cerca del Alcázar.
PUENTE ROMANO sobre el río Guadalquivir.
Es uno de los puentes más bonitos de España. Fue construido es el siglo I a.C y fue el primer puente de piedra que atravesó el Guadalquivir. Se cree que formaba parte de la vía Augusta que iba desde Roma hasta Cádiz. Durante siglos fue la única entrada a la ciudad desde el sur.
PLAZA DEL POTRO
Situada en el barrio de la Ajerquía, debe su nombre a la fuente renacentista que la preside, cuyo principal elemento decorativo es la figura de un potro. Tradicionalmente fue lugar de compra-venta de ganado y de actividades artesanales, tal y como demuestra la famosa Posada del mismo nombre. Hoy en día acoge en uno de sus laterales los museos de Bellas Artes y Julio Romero de Torres.
PLAZA DE LOS CAPUCHINOS Y EL CRISTO DE LOS FAROLES
Al acceder a la plaza, nos encontramos ante un espacio rectangular
rodeado de paredes encaladas y donde se encuentra El Convento del Santo ángel y la Iglesia de los Dolores. Y en el centro de la plaza, que antiguamente pertenecía al convento, se encuentra el CRISTO DE LOS FAROLES.
La escultura, anteriormente conocida como el Cristo de los Desagravios y Misericordia,
El Cristo es de mármol blanco
y la cruz de piedra que lo soporta es un claro símbolo religioso de un
Jesucristo Crucificado. Rodeando la estatua, se encuentra una vaya de
metal con 8 faroles que dan nombre a tan característico monumento.
Cuenta la leyenda que a media noche se acerca un
hombre encapuchado hasta los pies del cristo, allí susurra una oración
que nadie ha conseguido entender para desaparecer sigilosamente después.
Lleva mucho tiempo sin aparecer o sin que nadie haya dado noticias del
hombre misterioso. Parece ser que una noche dio a conocer su nombre e
identidad a las personas que cuidaban y vigilaban la escultura, a partir
de ese momento no volvió a aparecer más. Pero claro, esto no hace más
que agrandar la leyenda y hacernos muchas preguntas. ¿Quién era ese hombre? ¿porqué acudía a los pies de esta escultura del Cristo? ¿Porqué no volvió a dejarse ver?. Vamos a intentar resolverte alguna de esas dudas.
El hombre en cuestión parece ser que era un soldado del Rey. El
hombre un buen día fue atracado por unos bandoleros dándole una paliza
tremenda. Medio moribundo fue abandonado. El hombre despertó a los pies
del Cristo de los Faroles confundido y desorientado.
Eso parece ser que es el origen. Desde entonces, a media noche, un
hombre encapuchado, bajo una capa negra sube la Cuesta del Bailío,
entra en la plaza y se coloca a los pies del Cristo, todo ello sin
tocar el suelo. Allí rezaba unas palabras irreconocibles y se vuelve a
ir sigilosamente. Parece ser que su intención no es asustar ni atacar a
nadie, más bien parece que es intentar resolver un tema pendiente o una
promesa, también podría ser que simplemente acuda a los pies del Cristo
para agradecerle que le salvara la vida de aquél brutal ataque. Hace
siglos que no se ha vuelto a dejar ver, desde aquella noche en la que
reveló su identidad a los vigilantes y cuidadores de la escultura,
aunque siguen siendo muchos lo que aseguran verle a media noche a los
pies del cristo.
Interior de la iglesia.